19.7.10

A un año de la rebelión de los tintoreros - Nipomarxismo criollo



Fuente: http://www.ciudad.com.ar


Un reclamo de la pequeña burguesía en contra de la "clase política" puede ser justo, progresista y estratégico para la clase trabajadora.

Un buen ejemplo son los tintoreros tradicionales, casi todos de origen japonés, que hicieron una original protesta en Buenos Aires, arreglándoselas para hacer mucho ruido, brindar una demostración estética y juntar gente.



Esto fue hace casi exactamente un año.

El caso es que los tintoreros tradicionales fueron siempre referencia del barrio. La llegada de las "tintorerías ecológicas" es un efecto perverso del poder del gran capital.

Porque las famosas "ecológicas" utilizan percloroetileno, que según la IARC (International Agency for Research on Cancer, parte de la OMS), está clasificada como un carcinógeno de grupo 2A, o sea probablemente cancerígeno para los humanos. Concretamente:

Hay evidencia para asociaciones consistentemente positivas entre exposición a percloroetileno y riesgo de cancer oesofágico, cervical y linfoma no-Hodgkin. Estas asociaciones se muestran como difícilmente debidas a la casualidad, aunque no pueden excluirse errores y el grupo de estudios combinados es relativamente pequeño

Fuera del reparo final (y cabe preguntarse por qué no se hacen más estudios, ya que los peligros son grandes), está claro que no se trata de un producto confiable y mucho menos ecológico. El informe completo habla también de incidencias en la fertilidad masculina y abortos espontáneos.

Pero resulta que una hermana de Gabriela Michetti luce gracias a su brillante carrera profesional un interesante CV. Según informa el blog de los tintoreros autoconvocados:

Silvina Michetti, vicepresidente Ejecutiva de 5 à Sec Argentina

Licenciada en Historia por la Universidad de Buenos Aires, y con un posgrado en Desarrollo Directivo en el IAE. Trabajó en el laboratorio de productos medicinales Vannier, durante dos años. Luego colaboró en la elaboración del business plan de 5 a Sec Argentina. Encabezó el start-up de la marca, y diseñó la estrategia de organización interna, negociación con hipermercados, creación de créditos para franquiciados y coordinación de las gerencias de franquicia y la gerencia de locales, teniendo a su cargo unas 150 personas. Desde principios de 2001 está abocada al desarrollo de 5 à Sec en América Latina, logrando comercializar en seis meses licencias en Chile, Méjico y Puerto Rico.


El dato es significativo si reparamos en el hecho de que en 2005 el gobierno porteño impuso la ley 1727 recategorizando como "industrial" lo que es en realidad un comercio familiar. El objetivo fue imponerles un montón de regulaciones sorpresivas, cobrar multas abusivas de hasta 50.000 pesos, y cerrar por la fuerza muchos establecimientos. Y lo peor es que el objetivo es generalizar el uso de percloroetileno en la actividad.

Se arruina el pequeño comercio, se destruyen fuentes de trabajo, se generaliza la contaminación. Es difícil ser más perverso.

Unas cien tintorerías de barrio cerraron hasta que los tintoreros tradicionales salieron a la calle.

No tengo que decir que esto es una muestra más del efecto letal del capitalismo sobre el tejido productivo y de la influencia de la gran burguesía en las decisiones políticas.

Tampoco tengo que decir que gobiernan políticos dependientes de los intereses del gran capital; en una palabra: miserables.

La japonesa es una cultura -adivinen qué- milenaria. No es casual que los tintoreros japoneses resistieran tanto tiempo: para muchos de ellos -según sus propias afirmaciones- su modo relativamente artesanal de producción es una forma de vida. La gran mayoría se interesó más por vivir tranquilamente de su comercio que por fundar un imperio a base de frenéticos codazos y pisotones. Y no por incapacidad competitiva (justo ellos...), sino seguramente porque su inteligencia les permitió ver que a veces y dado el contexto más dinero no es más felicidad.

Pero claro, esta pequeña burguesía también está bajo ataque. Los sectores más cultos de la pequeña burguesía pueden desarrollar reflejos combativos y progresistas. En este caso se trata de un vulgar acto de corrupción, pero es la corrupción inherente al gran capital que quiere hacer más dinero como sea.

Lógicamente pidieron que no hubiera banderías políticas, no llega a tanto su nivel de conciencia. Pero al marxista que quiera descartarlos diciendo que "son pequebús" (con esa suficiencia insoportable de ciertos militantes que no razonan sin un pendrive enchufado) no le vendría mal saber que eso es también culpa de una izquierda que no sabe articular tácticamente los intereses de la clase trabajadora con los de la pequeña burguesía cuando se enfrenta al gran capital. Y sin eso ni la clase trabajadora ni la pequeña burguesía lograrán avanzar a mediano plazo.

El problema de los tintoreros tradicionales es una ley, pero el fondo de esa ley son los intereses del gran capital. Si el gran capital triunfa sobre ellos, la concentración de capital se hará más fuerte y la posición de los trabajadores más débil. La alianza táctica entre los trabajadores y la pequeña burguesía está ahí.

Y además, que esta mafia se meta con los japos me revienta. Gente que trabaja para hacer un mango con dignidad y respeto sin joderle la vida al prójimo y con una discreta pasión por la belleza (se pudo ver en la manifestación) perseguida por estos piojos, da asco.

Así que aguanten Los Tintoreros:



Links:

Tintoreros Tradicionales Autoconvocados
Una reseña a un año de la manifestación.

5.7.10

Más muertos



Ya sabemos que otro chico –esta vez de 15 años- fue muerto por la policía. Balazo en la cabeza y por la espalda, como saben hacer los bravos defensores de la ley y el orden.

Las ridículas explicaciones posteriores sobre accidentes desafortunados no están destinadas a que nadie las crea, de hecho nadie las cree. Ni los familiares del chico, ni la gente con un mínimo de sentido común, ni tampoco los miserables que apoyan al policía, a los que su inocencia o culpabilidad les trae sin cuidado, sencillamente convalidan el asesinato de manera más o menos abierta.

Bariloche es una ciudad de contrastes, con gente que hace buen dinero gracias al turismo, y gente que participa de la pobreza argentina general. Estos últimos son, por así decirlo, material de descarte. Si mueren mala suerte y a otra cosa, mientras no se toque a la gente decente.

Más muertos. Ya suman muchas decenas los jóvenes que mueren en "democracia" no por ser guerrilleros, ni siquiera por comunistas; mueren porque la policía puede matarlos impunemente gracias a un sistema judicial podrido hasta la náusea. Y ya son muchas las familias que han enterrado a sus hijos sin ver ni un asomo de justicia, sufriendo en muchos casos las amenazas mafiosas y aguantando.

Más muertos. El padre del chico –según lo que leí en los diarios– pidió que no suelten a su asesino porque "no sabe lo que va a hacer" si eso ocurre. Y es perfectamente entendible; son muchos los que no saben qué hacer frente a tanto dolor. No sé si alguien toma nota, si es que nos damos cuenta de lo que pasa, pero yo creo que es muy claro: más y más violencia ejercida con toda impunidad y sin otro motivo aparente que sembrar el terror en un sector definido de la población, que casualmente es el más débil.

Más muertos. Si alguien piensa que el crecimiento de esta cifra es indiferente en términos de violencia social, me parece que se equivoca. Estamos en "democracia", por suerte no hay violencia política ¿verdad? Esperemos entonces que no haya algún "violento" que se tome la justicia por mano propia en lugar de esperar pacientemente a que nada ocurra mientras se le ríen en la cara.

Más muertos. Paciencia ha habido infinita, ni un solo asesino ha sido asesinado, por suerte nadie ha declarado una guerra abierta a estos animales. Lo que quiere decir que en términos sociales la Argentina está siendo muy afortunada. Para no seguir jugando a la ruleta rusa, no estaría de más que alguien que mató por la espalda a un chico pague con cárcel efectiva. No mandar a la cárcel a un asesino es violencia, la Argentina es un país violento, y si esa violencia no se generaliza no se debe precisamente a las autoridades ni a los responsables de proveer orden, seguridad y justicia sino gracias a la responsabilidad, el temple, la paciencia y el sufrimiento ahogado de muchas personas que esperan –aún esperan– que esa justicia sea algo más que una palabra.

La justicia no tiene por objeto sólo compensar a las víctimas sino algo más importante: mantenerlas dentro del sistema. No se puede pedir respeto por las reglas si quien debe hacerlas cumplir no lo hace. Pedir cárcel para el asesino no es pedir sólo justicia, es pedir una sociedad con un futuro algo menos incierto.